Trump dice que Kim "ya está destruyendo sus principales centros nucleares"
Ambos mandatarios acuerdan la "completa desnuclearización" de la península coreana en la cumbre de Singapur
El presidente de EEUU dice que la reunión ha ido "mejor de lo esperado" y el líder norcoreano asegura que "el mundo va a ver un gran cambio"
Adrián Foncillas / Singapur (Enviado especial)
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha dicho que el líder norcoreano, Kim Jong-un, le manifestó durante la cumbre en Singapur que Corea del Norte que "ya está destruyendo sus principales centros de pruebas nucleares". También ha afirmado que suspenderá las maniobras militares en la península coreana y que está dispuesto a visitar Pionyang en "el momento oportuno". Trump ha hecho estas declaraciones en la rueda de prensa posterior a la cumbre, celebreda en el Hotel Capella, en la isla de Sentosa, Singapur.
La histórica reunión arracó pasadas las nueve de la mañana de un día soleado. Desde la izquierda, Kim Jong-un se acercó con tranco marcial y traje tradicional coreano. Desde la derecha, Donald Trump caminó con la sobriedad de las citas con la historia en traje oscuro y corbata. De fondo, una colección de banderas de ambos países compartían los colores blanco, azul y rojo. Los dos mandatarios estrecharon sus manos con rigor diplomático primero y relajaron después la mueca con leves sonrisas. Es la foto que el mundo ha esperado durante décadas. Además, y más importante que la foto, Trump y Kim han firmado una declaración conjunta que incluye el compromiso de Corea del Norte de avanzar hacia la "completa desnuclearización de la península coreana". En este sentido, Trump ha avanzado que el proceso de desnuclearización empezará "muy rápido".
Un ligero ademán del presidente estadounidense invitó a su homólogo norcoreano a enfilar juntos por el corredor colonial hacia la sala privada. Allí atendieron durante un par de minutos a la prensa. “Vamos a tener una gran relación”, aventuró Trump. “Hemos superado muchos obstáculos hasta llegar hasta aquí”, aclaró Kim. “Va a ser un éxito”, insistió Trump. “Hoy venceremos los viejos perjuicios que entorpecían nuestro camino”, corroboró Kim.
El ambiente optimista se ha confirmado al final de la reunión de tres horas y media cuando ambos líderes han salido de la sala donde han compartido almuerzo para dar un paseo. "La reunión (con Kim) ha sido realmente fantástica. Ha habido muchos avances. (Ha sido) lo máximo. Mejor de lo que nadie podría haber esperado", ha señalado Trump en unas breves declaraciones a la prensa duranrte el paseo con el líder norcoreano. "Vamos a firmar ahora mismo", ha añadido el presidente de EEUU, sin precisar si se refería a la rúbrica de una declaración conjunta o a otro tipo de documento.
Poco después ambos líderes han procedido a firmar un documento que Trump ha calificado de "muy importante". Por su parte, Kim ha señalado: "Hemos tenido una reunión histórica. Hemos decidido dejar el pasado atrás. El mundo va a ver un gran cambio. Quiero expresar mi agradecimiento al presidente Trump por hacer realidad esta cumbre".
Invitación a la Casa Blanca
El presidente de EEUU tampoco ha ahorrado cumplidos para su homólogo norcoreano. "Estamos desarrollando un vínculo muy especial", ha dicho. "La situación va a cambiar mucho respecto al pasado", ha asegurado. "Ha habido mucho buena voluntad, mucho trabajo y mucha preparación. Estamos muy orgullosos de lo que ha ocurrido hoy". "Hemos tenido un gran día y hemos aprendido mucho el uno del otro y de nuestros países", ha añadido. Cuando le han preguntado qué ha aprendido del dirigente norcoreano, Trump ha afirmado: "Es un hombre con mucho talento y que ama a su país".
Trump ha avanzado que el proceso de desnuclearización empezará "muy rápido" y que ha invitado a Kim Jong-un a la Casa Blanca. Por su parte, Kim ha reafirmado su compromiso hacia una "desnuclearización completa de la península coreana", según consta en la declaración conjunta que han firmado ambos. El documento no menciona la exigencia estadounidense de una "desnuclearización completa, verificable e irreversible", fórmula que supondría el abandono de las armas y la aceptación de inspecciones, pero sí reafirma un compromiso más genérico.
Trump se ha comprometido a proporcionar "garantías de seguridad" a Corea del Norte en el acuerdo firmado. El documento también establece que el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, se reunirá en "la fecha más temprana posible2 con un alto funcionario norcoreano para continuar el diálogo bilateral sobre la desnuclearización.
Oportunidad de paz
Singapur suponía la oportunidad más sólida para acabar con la enemistad que se remonta a mediados del siglo pasado. Pyongyang ha sido la piedra más pertinaz en el zapato estadounidense. Lo ha intentado todo: se dejó los dientes en la guerra de Corea (1950-1953) para arrancar un empate y después ha alternado el palo y la zanahoria. Obama siempre rechazó la reunión con Kim por entenderla como un premio a sus desmanes.
La cumbre empezó con una reunión de los dos líderes en soledad, sin asesores y sólo con traductores, durante 45 minutos. Era el momento para ese presunto sexto sentido negocial de Trump, que aclaró en la víspera que no necesita estudiar el asunto porque todo depende de la actitud. “Es mi toque, mi sensación. Es lo que hago”, explicó. Si hay acuerdo o no, aseguró, lo sabrá “en el primer momento”.
Las imágenes de los respectivos equipos frente a frente en la mesa despejó el riesgo de que una huida levantisca de Trump. El estadounidense está integrado por el consejero de seguridad, John Bolton, el secretario de Estado, Mike Pompeo, y su jefe de Gabinete, John Kelly. En el norcoreano destacan la hermana del líder, Kim Yo-jong, y el jefe de la diplomacia, Kim Yong-chol.
La reunión ya es un éxito si atendemos a que meses atrás los dos líderes se llamaban “pequeño hombre cohete” y “viejo chocho” mientras se cruzaban inminentes amenazas de destrucción masiva. Es un éxito también que Corea del Norte declarase una moratoria de lanzamiento de misiles y pruebas nucleares o que desmantelara su silo atómico. Es un éxito que Trump diera el paso al que sus predecesores no se atrevieron. Pero de esta cumbre se espera que finiquite esa cansina dinámica de tensión-distensión de la que siempre sale Pyongyang en el último minuto a cambio de prebendas. El éxito definitivo radica en enterrar el último fósil de la guerra fría y eso pasa por la desnuclearización de la península que Washington y Pyonyang dicen pretender.
Ambos tienen sobradas razones para la desconfianza. Persisten las dudas de que Corea del Norte quiera desprenderse del instrumento que ha permitido su supervivencia durante décadas. El contexto personal y nacional, sin embargo, permite el optimismo. Kim Jong-un está en su treintena y la tradición dinástica sugiere que morirá en palacio. Es dudoso que quiera afrontar el resto de su vida como un proscrito global y temiendo ataques militares. Parece más atractiva la alternativa de ejercer la tiranía dentro de límites tolerables por Occidente conservando su riqueza y poder. Su paseo nocturno por Singapur como turista y sus autofotos con diplomáticos locales metaforizan esos anhelos de normalidad.
Promesas reformistas
Influyen también las urgencias económicas. Kim Jong-un llegó al poder aclarando que el bienestar de su pueblo era prioritario y sonó contracultural en la tradición nacional. El líder colocó el desarrollo económico en paralelo al del programa militar y se rodeó de reformistas que copiaron la hoja de ruta china. Ha evitado el colapso que buscaban las sanciones y mejorado la calidad de vida de muchos norcoreanos. Pero algunos juzgan los progresos de demasiado lentos y el país ya no es impermeable a la entrada de DVDs de contrabando que arruinan la versión del paraíso socialista. Un estudio que manejaba Pyongyang décadas atrás sentaba que el bloque soviético cayó cuando el pueblo se dio cuenta que fuera se vivía mejor.
“Kim no busca sólo la foto, quiere que la cumbre funcione. Necesita inversión extranjera y que se levanten las sanciones para mejorar las condiciones de vida de su gente. Está en un punto crítico, tiene que hacer algo con la economía”, señalaba ayer Kim Jiyoon, experta del Instituto Asan de Estudios Políticos, en un panel de analistas en Singapur. “Corea del Norte se ha quedado muy rezagada en el conjunto asiático porque tiene que dedicar todos sus recursos a la carrera militar y Kim Jong-un sabe que debe arreglar eso”, añadía John Delury, profesor de la Universidad Yonsei (Seúl).
Corea del Norte requerirá para su apertura económica del mismo sosiego que disfrutó China tras la visita de Richard Nixon a Pekín en 1972. Los precedentes de Trump empujan al pesimismo: su volatilidad, su apego por la postverdad y los hechos alternativos, la reciente ruptura unilateral del tratado de desnuclearización con Irán y sus alusiones a la receta libia que acabó con Gaddafi derrocado y asesinado no apuntalan la confianza norcoreana. El secretario de Estado, Mike Pompeo, prometió ayer que ofrecerán “unas garantías de seguridad diferentes a las que Estados Unidos ha dado en el pasado”, aunque no las detalló.
Algunos expertos sugieren el compromiso multilateral para vencer el miedo norcoreano a que Trump o futuros presidentes se retraigan. “Las garantías de terceros países tranquilizará a Kim Jong-un. La opción deseable es que participen los integrantes de las conversaciones a seis”, señalaba ayer Shawn Ho, investigador de la Escuela Internacional de Estudios Internacionales S.Rajaratnam. Alude a aquel proceso negociador entre ambas coreas, China, Rusia, Japón y Estados Unidos que la década pasada fracasó por los recelos generalizados.
Los acuerdos de 1994 y 2005 demuestran que es mucho más fácil firmarlos que implementarlos y que las malinterpretaciones y suspicacias esperan en cualquier esquina. La exigencia de Trump de ventilarse en una mañana la desnuclearización ha basculado hacia la comprensión de que serán necesarios años (los expertos hablan de una década) y que lo más urgente en Singapur es forjar los vínculos de confianza. Cualquier acuerdo, sin embargo, deberá incluir aspectos como el listado pormenorizado de los activos nucleares norcoreanos y un calendario para su desmantelamiento. Lo contrario, señalan los expertos, no serán más que declaraciones tan bien intencionadas como vacuas que Kim y Trump venderán a su mercado interno. De todo eso depende que el éxito de ayer no se reduzca a la foto que colme las expectativas de posteridad de los dos líderes más ególatras del planeta.
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